miércoles, 15 de septiembre de 2021

SALUDO A LOS EXCARVAJALINOS DE LA PIP

 Por Manuel Araníbar Luna


Habiendo transcurrido pocas horas de haberse cumplido el 29° aniversario de la captura de Abimael Guzmán un 12 de setiembre de 1992 (la captura del siglo XX), hoy 15 de setiembre celebramos el aniversario de la Policía Nacional del Perú, dando un saludo a los valerosos miembros de la gloriosa Policía Nacional del Perú, antes PIP.


Un saludo afectuoso para los excarvajalinos Víctor Antúnez, Enrique Cabrera, Ramón Pereda, César Céspedes, Pepe Guzmán y Félix Castro. Asimismo, llevamos siempre en nuestros corazones el recuerdo de quienes dieron su vida en la lucha contra el crimen y el terrorismo, Wilson Cabrera, Martin Cabrera, Enrique Carrera, Ricardo Manrique, Raimundo Banda y el Coronel Tumba

Asimismo, hoy recordamos la captura de Alejandro Taipei Núñez (a) " Oso Taipe " el jueves 23/10/1980 en Surquillo, en el jirón San Carlos 237 interior 7 por la valiente y decidida acción del Grupo de Asaltos, de la Brigada de Robos de la DIR ( División de Investigación de Robos). Laos hampones de la banda de la Metralleta que luego recibió el nombre de Los 12 del Patíbulo eran temidos por la ferocidad de sus acciones delictivas. Estos rufianes habían escapado de Lurigancho. Sin embargo, no contaban con la astucia de la unidad de PNP que con mucha paciencia y sigilo les seguía el rastro. Cuando ya se les había ubicado fueron capturados por un reducido grupo de agentes de la entonces llamada PIP, sin chaleco de balas ni ninguna de las protecciones que se estilan en estos tiempos. Uno de los agentes que arriesgó su vida valientemente en la recaptura de los peligrosos criminales fue el ex carvajalino Víctor Antúnez honorable miembro del cuerpo policial.

Nuestro reconocimiento a estos valerosos policías linceños.

¡Lince y Lobatón, un solo corazón!

¡Somos caballeros carvajalinos! ¡Somos Barcas!

martes, 7 de julio de 2020

EL SOBRENOMBRE DE GALLARETA


Por Manuel Araníbar Luna
Días atrás, previo a su cumpleaños —el 6 de julio, día del Maestro—, el nombre del tío José fue mencionado en el Facebook por viejos comentaristas sobre los famosos defensores macheteros de la década de los 40.  Comentaron de todo, mayormente del juego brusco que hicieron famosa a esa pareja de backs a quienes los delanteros les temían, pero quedó flotando una pregunta que uno de los cincuentones hizo a los maestros del periodismo: “¿Por qué le decían Gallareta?”.  Aquí la respuesta que no la pude mencionar en su debido momento por causa de los ajetreos del trabajo
La historia del famoso sobrenombre saltó a la palestra entre chistes colorados y carcajadas de los vecinos de Lince y La Victoria en una rueda de anisado la noche del velorio de la abuela Rosa en el Callao, y fue corroborado por el mismo José Luna y por su hermano César “Pirimpi”.
……………………………….
Salga pato o gallareta...
Aquella tarde de su debut en las canchas, en minutos previos al partido en que Mariscal Sucre debía enfrentar al Circolo Sportivo Italiano, el defensa titular se había lesionado, y el suplente llegó  borracho y se había quedado dormido en el camarín del antiguo estadio Nacional. Cuando Máximo “Macho” Gómez vio que entrenador pateaba las bancas con furia le sugirió que llame a Luna, un juvenil que estaba en la tribuna.
El entrenador salió a la cancha y a una indicación de Macho lo mandó llamar para que vaya a cambiarse y calentar.  Para su suerte Gallareta, era de la misma talla 46 del titular lesionado. Luego de las instrucciones respectivas (que le deje un recuerdo en las canillas al wing rival), ante la presencia de los dirigentes presentes en el camarín le dijo unas palabras que resultaron inolvidables:
—Este es tu momento. Estas entrando por una emergencia y ya no puedo echarme para atrás. Me estoy jugando un riesgo en hacerte jugar, y lo harás salga pato o gallareta.
Luego del partido, tras su buen desempeño y contento por haber obedecido las órdenes (aunque se había pasado de la raya en cuanto al juego brusco), el entrenador y los dirigentes lo palmotearon.
—¿Recuerdas que te dije que me estaba jugando un riesgo al hacerte jugar “salga pato o gallareta”? ¡y no me equivoqué porque salió gallareta!
Emocionado, al llegar al barrio de Lince el tío José les contaba a los amigos las palabras del entrenador antes y después del encuentro
—…¡y me dijo que tenía que jugar salga pato o gallareta!
Tantas veces lo repitió aquella noche y los siguientes días de la semana que los amigos de Lince lo empezaron a llamar así:
—¡Hola Gallareta!
Al principio se molestaba. Tanto así que en un partido amistoso en el parque Matamula un espectador le gritó el apodo. Gallareta lo correteó y para suerte del que profirió el apodo no lo alcanzó. No obstante, el apodo se hizo famoso en Lince y en La Victoria. Y una noche de juerga en local del Sucre, que en aquel tiempo estaba ubicado cerca al local de su rival Alianza, se lo contaron a un periodista que participaba en la borrachera. Este reportero lo publicó al día siguiente y la chapa quedó. Total, Gallareta le pusieron y Gallareta se quedó.


jueves, 4 de junio de 2020

NICOMEDES SANTA CRUZ EN EL RECUERDO (1)


Por Manuel Araníbar Luna
Desde hace una semana, el amigo linceño Enrique Roggero está subiendo algunos posts recordándonos que el día de la cultura afroperuana se celebra el 4 de junio en homenaje a una figura descollante en el campo de la cultura Don Nicomedes Santa Cruz Gamarra, nacido precisamente en un día como hoy. Desde niños supimos deleitarnos y sorprendernos con la gran capacidad, ingenio e improvisación del gran decimista don Nico, miembro de una familia de músicos, compositores, decimistas, dramaturgos y toreros. Con respecto a su nacimiento, lo dice en su composición:

Mi abuela parió a mi madre (segunda décima)


Tengo seis hermanos hombres

y tres hermanas mujeres

los diez cumplimos deberes

que engrandecen nuestros nombres.

Hoy, por darme más renombre,

esta décima escribí

porque poeta nací

y en noche de plenilunio

el día 4 de junio

mi madre me parió a mí.


Don Nico vivió junto a su numerosa familia en Lince, precisamente en José Leal. Aparte de sus versos llenos de picardía,  tinte político y humor,  ha sido protagonista de incontables anécdotas en sus correrías porlos barrios de La Victoria, Breña, Lince y Lobatón. Aquí una de ellas.

“Estudié aquí nomás…”
Cierta noche de inicios de los sesenta, grande fue nuestra sorpresa cuando, durante el show de cierre de una kermesse benéfica, sobre el estrado colocado al centro del parque Pedro Ruiz Gallo (plaza principal de Lince),
Recitó su famosa décima A cocachos aprendí, llamada también La Escuelita
A cocachos aprendí
mi labor de colegial
en el Colegio Fiscal
del barrio donde nací.

Tener primaria completa

era raro en mi niñez
(nos sentábamos de a tres
en una sola carpeta).
Yo creo que la palmeta
la inventaron para mí,
de la vez que una rompí
me apodaron mano´e fierro,
y por ser tan mataperro
a cocachos aprendí.

Juguetón de nacimiento,
por dedicarme al recreo
sacaba Diez en Aseo
y Once en Aprovechamiento.
De la Conducta ni cuento
pues, para colmo de mal
era mi voz general
«¡chócala pa’ la salida!»
dejando a veces perdida
mi labor de colegial.

¡Campeón en lingo y bolero!
¡Rey del trompo con huaraca!
¡Mago haciéndome «la vaca»
y en bolitas, el primero…!
En Aritmética, Cero.
En Geografía, igual.
Doce en examen oral,
Trece en examen escrito.
Si no me «soplan» repito
en el Colegio Fiscal.

Con esa nota mezquina
terminé mi Quinto al tranco,
tiré el guardapolvo blanco
(de costalitos de harina).
Y hoy, parado en una esquina
lloro el tiempo que perdí:
los otros niños de allí
alcanzaron nombre egregio.
Yo no aproveché el Colegio
del barrio donde nací…

La sorpresa para los linceños fue que antes de recitar su famosa décima señaló con el índice hacia la cuadra 17 de la avenida Militar, volteando la esquina de la antigua Botica Candamo.
“Yo también he vivido en Lince"  -dijo con su característica voz gruesa-, "y estudié aquí nomás, a la vueltita, en el antiguo colegio fiscal Nº 458, Francisco Fabio Brenner”.
Me sentí orgulloso, pues era yo aún un alumno del legendario colegio Brenner (del cual uno de estos días voy a escribir todas las anécdotas de mi infancia primariosa).
La ovación fue unánime, Y el famoso decimista desde ese momento fue incluido en la Galería de Personajes Célebres de Lince. Me refiero, por supuesto, a la galería que guardamos en la memoria, porque, a decir verdad-y dicho en buena onda, sin pizca de sarcasmo-, ignoramos si en la Municipalidad o en algún otro ente de nuestro querido distrito existe una Galería de la Fama, o como se llame, donde se destaque personajes célebres de Lince.




jueves, 19 de diciembre de 2019

ROBERTO MOSQUERA UN VECINO DE LINCE QUE TRIUNFA.


Por Manuel Araníbar Luna
               “La calidad no es casualidad”
            (Luis Delgado Aparicio)
Ya lo hemos dicho, Lince es un distrito pequeño pero con grandes personajes. Roberto Mosquera Vera, es otra figura descollante de la galería de personajes famosos que han vivido en Lince. Digno heredero de una estirpe de exquisitos  futbolistas, vio la primera luz en Colombia durante los años en que su padre don Alfredo Mosquera —todo un crack— mostrara su clase en Millonarios de Bogotá al lado de Alfredo Di Stefano  y otros grandes del futbol latinoamericano. En sus primeros años estudió en el Colegio Las Américas de la avenida Militar, frente al cine Independencia. Ya casado, vivió en San Eugenio al lado del cine Alhambra. Más linceño no podía ser.
Dice el dicho que quien lo hereda no lo hurta. Su padre, don Alfredo, y sus tíos Nemesio y Máximo ‘Vides’ Mosquera han sido cracks, y de los buenos. Desde pequeño Roberto  integró las divisiones inferiores del Sporting Cristal, llamando la atención de entrenadores por sus travesuras con la pelota y endiablados toques en  pared  al lado de Julio César Uribe. En base a su calidad ambos fueron rápidamente promovidos al primer equipo con el cual obtuvieron el bicampeonato de los torneos descentralizados 79 y 80.  Asimismo Roberto fue convocado a la selección del Mundial de Argentina 78, luego obtuvo contratos en clubes de Argentina y Colombia.
Ninguneado por los grandes...
Esta semana Mosquera volvió a ser noticia, y de las buenas. Y entre las buenas, excelente. Ha obtenido el campeonato descentralizado de este año como Director Técnico  del Binacional, un modesto equipo de Juliaca, el cual desde su ascenso a la primera división fue ninguneado por los equipos grandes del balompié peruano. Mosquera conoce de esos ninguneos porque ha sido víctima de calumnias y ataques de periodistas mermeleros, de asquerosos insultos de hinchas fanáticos, sin mencionar los típicos ataques racistas. Y todo por no llevarles  el amén a dirigentes mañosos, de esos expertos en planillas dobles, contratos tramposos e increíbles perromuertos que abundan en el medio deportivo local.
Por la formación de sus padres, Roberto –sabiendo que la carrera de futbolista es efímera— no dejó de estudiar hasta seguir estudios superiores y titularse como profesional. No obstante, su pasión por el futbol pudo más. Y siguió preparándose para siempre escalando un peldaño siempre más arriba.
“¿Y este zambito para qué estudia tanto?”
En los inicios de su carrera de Director Técnico tuvo los inevitables tropiezos, dirigiendo  equipos  de primera y segunda división, algunos de ellos tan desorganizados como los precarios equipos de barrio. “Las caídas y  escollos del camino sirven para corregir y enmendar rumbos”, declaró. Jamás desistió, siguió preparándose, estudiando, actualizándose. Hasta que empezaron a llegar las distinciones: mejor entrenador peruano en el 2011. Campeón del Descentralizado y nuevamente mejor entrenador con el Sporting Cristal en 2012. Subcampeón con el Aurich y otra vez  elegido como entrenador del año en el 2014. En Bolivia, dirigiendo al Wilstermann un equipo de bajo presupuesto, goleó en la Libertadores a equipos grandes de América como el Peñarol, al Palmeiras y al Atlético Tucumán, luego al Atlético Mineiro. Luego continuarían los éxitos con el Royal Pari, un equipo al que sacó de los últimos lugares de la tabla para pelear el campeonato. Nada es casual, todo se debe al estudio y a la permanente actualización. Sin embargo, esto también causa escozores. Mosquera nos lo cuenta:
—Muchos decían: “Ese zambito que se pone terno y habla como blanco, ¿por qué estudia tanto?”.
Y es que en esta Lima hipócritamente racista aún hay gentes -y no pocas- que pregonan a los cuatro vientos su rotundo no a la discriminación, sin embargo,  en cuanto aparece un caballero de tez oscura llamado Roberto Mosquera, muy bien vestido, de buen verbo y mejor trato, y que además estudia y triunfa en el Perú y el extranjero, de inmediato lo motejan de “igualado”.
Hoy Mosquera termina el año consagrándose como campeón nuevamente con el Deportivo Binacional. Por desgracia, en este país donde hay tanta hipocresía, a algunos Felipillos sobones de todo lo que venga de afuera les sigue doliendo que un peruano estudioso haya tumbado a los equipos llamados grandes.
Los ataques continuarán. Mientras tanto, a Mosquera las distinciones y galardones le seguirán llegando.


viernes, 15 de noviembre de 2019

¿QUIÉN FUE EL COMPOSITOR DE CONTIGO PERÚ?


Por Manuel Araníbar Luna
No somos aguafiestas, salvo casos en que la verdad lo amerite. En  un post titulado Palmero sube a la palma  publicado el 19 de octubre de este año, el amigo Daío Mejía en su página de Fb se explayaba sobre  la zamacueca llamada también entre otros nombres Mozamala, lundu, baile de cajón y finalmente,  jarana limeña. Esto nos llevó a buscar en las redes sociales todo lo relacionado con  los términos  zamacueca y jarana.
La jarana yucateca...
Luego, con la misma curiosidad, nos zambullimos a escarbar el término jarana. Ente nombres, videos y definiciones, saltó el nombre jarana yucateca,  llamado también  el baile de las cintas ¿Tendría algún parecido con la zamacueca, hoy llamada marinera? Lo que vimos y oímos  en el video fue un tema titulado  Mesticita mía, un aire folklórico  ejecutado por banda de retreta callejera con mucho colorido y cadencia parecida a la jota aragonesa. Luego de la introducción, al empezar los acordes del tema principal, percibimos en la contagiosa música  un aire familiar. Esto picó de nuevo nuestra curiosidad. Luego de repetir el tema constatamos que la música era exactamente igual a la de la segunda parte de los versos de Contigo Perú, desde la estrofa “Unida la costa...” Hasta el verso final “me hundiré en la tierra contigo Perú”.
El autor de Mesticita Linda
De primera intención imaginamos que el tema yucateco era una adaptación de Contigo Perú. Al escarbar en las redes por el autor del tema que suponíamos plagio, hallamos que su nombre era José León Bojórquez García, natural de Hunucmá, Yucatán, un prolífico músico, compositor y director de orquesta. Escribió canciones, jaranas, marchas, una suite regional y una obra sinfónica. Pretendimos averiguar más. Y al cotejar su biografía saltó la sorpresa. Había nacido el 22 de septiembre de 1900  y fallecido el 8 de septiembre 1960.
Contigo Perú.
Este tema,  cuya autoría está registrada para el fallecido compositor Augusto Polo Campos,  se toca y se canta desde el año 1977, año en que fue compuesto  a solicitud del general Morales Bermúdez entonces Presidente de la República, en medio de la fiebre patriótica creada por los partidos de la selección de futbol.  A raíz de la última participación del seleccionado de balompié se publicó nuevamente en los medios la historia mencionada  repetidas veces por el propio compositor. La duda surge al cotejar la fecha de la presentación del vals de Polo con la fecha del fallecimiento de Bojórquez: diecisiete años antes.
Cavagnaro y Hello Dolly.
Esto trae a colación una anécdota de varias décadas atrás. Manuel Acosta Ojeda mencionó que el tema La noche de tu ausencia de Mario Cavagnaro tenía la misma melodía de Hello Dolly de Jerry Herman, tema de la  película musical del mismo nombre. Don Mario reconoció luego que en efecto el tema le gustaba y lo hizo en ritmo de vals  cambiándole de letra. Y nadie se erizó por ello.
Pedimos disculpas si esto llega a causar resquemores y polémicas. Jamás  tuvimos nada contra el compositor Polo Campos con quien hemos departido varias veces por tener amigos comunes vinculados al criollismo. Tampoco  tratamos de menoscabar su calidad creativa. Somos amigos de muchos artistas criollos pero somos más amigos de la verdad.
Esperamos la opinión de musicólogos y otros especialistas en el tema. (HAGA CLICK PARA VER EL TEMA MESTICITA LINDA)



jueves, 14 de noviembre de 2019

RECUERDOS GUADALUPANOS: EL CUARTO MISTERIOSO


 Por Cristian Loyola.
Un grupo de compañeros de trabajo habíamos tomado un taxi desde la avenida Colonial hasta el teatro Pirandello en la avenida Petit Thouars.  Por causa de los inevitables embotellamientos de tránsito de las siete  de la noche en Lima, tuvimos que pasar por el jirón Chota, justo por la puerta posterior del colegio Guadalupe. Y ¡pum!, mi mente se trasladó a mis años de adolescencia.

Cuartel de Operaciones...
Corría el año 98, mes de julio, en plenos preparativos para el desfile de fiestas patrias.  Luego de vivir un tiempo en el distrito de Lince mi familia se había trasladado lejos del centro de Lima.  Estudiaba el quinto de secundaria. Y yo, integrante de la escolta, junto a los alumnos más espigados de mi querido colegio, tenía que estar en pie, antes que todo el alumnado, cambiado y listo para ensayar  las primeras maniobras de la escolta al escuchar la voz de mando:
“Firmes, media vueltaaaa, derecha! ¡Armas al hombro, arriba! De frente, maaaarch!”
 Algunos de los integrantes de la escolta vivíamos lejos. Era todo un fastidio llegar tarde a casa, dormir poco y levantarse antes que nadie para tomar la combi de las seis de la mañana para  ensayar desde muy temprano, en un invierno limeño que pelaba. No había otra solución que quedarnos a dormir en el colegio.
El Guadalupe, fundado en 1840, tiene una rica historia de actos heroicos por parte de  profesores y alumnos que pelearon durante la guerra con Chile. Héroes de la guerra como Melitón Carvajal y Diego Ferré pisaron sus aulas. Por desgracia, nuestro colegio fue convertido en cuartel de operaciones del ejército chileno durante los años de ocupación. Desde aquellos años datan las historias de fantasmas.
El fantasma del profesor...
 Los alumnos de la nocturna contaban que durante las clases temían  ir a los excusados o pasar por la capilla debido a que se escuchaban extraños sonidos, cadenas, bayonetazos, gritos de ¡viva el Perú!. Se decía también que por los antiguos corredores y en las inmediaciones de la capilla  se paseaba el fantasma de un profesor torturado y asesinado por soldados chilenos por negarse a delatar a los profesores y alumnos que conspiraban contra al ejército invasor. También se contaba que por las noches se escuchaba la voz de un alumno de los tiempos del internado que se había suicidado por una decepción amorosa. Por todo ello, quien se aventurase a caminar sin compañía por esos corredores tendría que pensarlo dos veces, sobre todo cuando se producían los constantes apagones de la  década de los 90. Par quitarnos el miedo, ya el profesor de Pre Militar nos había dicho con toda solemnidad que los guadalupanos no le han temido ni al invasor chileno ni a nadie, y que  más peligrosos son los vivos que los muertos.
El cuarto misterioso...
Por la parte trasera, que daba a jirón Chota había un inmenso portón, apolillado y crujiente que data del siglo XIX por donde se filtraban las ratas y, tras ellas, los gatos del vecindario. En las inmediaciones había un depósito con montones de chucherías que sólo las podíamos ver asomando por las polvorientas ventanas cubiertas de telarañas, objetos diversos: carpetas despanzurradas, pupitres desvencijados, pizarrones rotos, tablones apolillados, lavatorios despostillados, inodoros quebrados, trapos, banderas deshilachadas, y  buena cantidad de cascos llenos de tierra, moho y nidos de cucarachas y pulgas. Durante años los alumnos nos preguntábamos cuándo sería el día en que pudiéramos a entrar y hurgar todos esos rincones. Y bien ese día llegó cuando nos dijeron que íbamos a pasar la noche allí.
Más de uno de mis compañeros dio un respingo al momento de abrirse la puerta que crujía como el castillo de Drácula. Teníamos que pernoctar ahí pero no había camas ni catres. Rebuscamos por todo lado pero nada lucía aparente.
Luego de la cena, en tiempos de los recordados apagones, decidimos juntar las carpetas y sobre ellas colocar colchones. Al principio contábamos chistes, que nos ayudaban a olvidar la incomodidad. Sin embargo,  no faltó el momento inoportuno en que alguien empezó a contar historias de ultratumba. ¡Para qué lo hizo! Nadie pegó los ojos. Fue la noche más larga de nuestra vida.
Al día siguiente, 27 de julio, limpios, lavados y bien uniformados, bostezantes y aún somnolientos, con limpísimas y almidonadas cananas y escarpines, además de los antiquísimos fusiles Máuser 1908, salimos a desfilar al Campo de Marte, orgullosos de representar a nuestro querido colegio.


domingo, 8 de septiembre de 2019

CRONICA DE ZAMPONES LINCEÑOS EN EL ESTADIO


Por Sócrates Araníbar Luna

Frío domingo del año 1965. Eliminatorias para el Mundial de Inglaterra. La selección de Perú se jugaba el todo por el todo contra su similar de Uruguay. El punto de reunión de los zampones generalmente era la pulpería de Chin Chin en la esquina de Lazo con Manuel Segura.

Por culpa del acoplado...
Ya yo me había mudado al Callao. Para llegar a Lince tenía que tomar dos tranvías, pero a causa de mi retraso, los palomillas emprendieron el viaje de diez cuadras sin mi compañía. El acoplado había interrumpido su marcha por culpa de un choque entre Lampa y Paseo de la República. Tuve que caminar a paso ligero hasta el estadio. Al llegar al Coloso mi primo Carlos Luna me recibió con un grito.

—¡Llegas tarde, huevón! 

Hacía un frio de la gran siete. Junto a mi primo, fumando cigarros Inca, me esperaban Miguel y Chago  Matta, Raúl Cabrera, Enrique Murata, el Cholo Gonzalo, Angel Poblet, Carlos Ramos, Calanca, y, perdidos en un recoveco de la memoria, otros imberbes secuaces. No podían entrar al Estadio  y estaban dando vueltas, como tiovivo de Feria o como pollo a la brasa. La tragedia de un año antes había causado que los tombos llegaran antes del mediodía, entorpeciendo nuestros intentos de meternos desde la mañana.

Y el foquito se prendió...
Cabizbajos, frustrados y desanimados,  caminamos pateando piedras. Si no lográbamos zamparnos íbamos a perder por lo menos doscientas gomas (una fortuna). De pronto Chago notó que junto al sardinel de la tribuna Occidente, marcado con la X, se hallaba estacionada una camioneta y sobre ella  una escalera telescópica de las Empresas Eléctricas. Un tipo con overol y gorra fungía de vigilante. A Chago se le prendió el foquito y llamó a Carlos.

—¡Loco, creo que aquí la hacemos!

 Calanca se acercó al vigilante  poniendo su más lograda cara de cojudo.

—Señor, buenos días, ¿es su camioneta?

No había terminado la pregunta cuando de improviso  Carlos y Chago, como si tuvieran un cohete en la culo, bajaron la escalera y la cuadraron contra la columna del tercer piso, marcada con otra X y se pararon al pie lanzando el esperado grito de abordaje.

—¡Primero los del barrio!

Uno por uno trepamos la escalera y nos metimos al cubículo que resultó ser un servicio higiénico para damas. Felizmente a esa hora –las puertas del estadio no abrían aún al público— ninguna damita estaba desocupando la vejiga, de lo contrario, se armaba la de ¡Dios es Cristo! Como solíamos proceder cada domingo, nos escondimos tras la última fila de bancas de occidente hasta que empezaran entrar los espectadores pagantes.
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Un domingo para recordar...
Aquella vez pasó de todo, la mujer del señor B., el pintor de Lince, que estaba más rayada que un disco de 78 RPM, desde el palco de Periodistas se estaba echando un discurso contra el Gobierno; la policía que rociaba con agua a los revoltosos terminó por empapar a la pobre señora; un émulo del Negro Bomba (Copycat que le dicen) se metió a la cancha y le dieron su chiquita.

Esa fría tarde la selección peruana perdió la clasificación. Al final del partido, por razones de seguridad se demoró la salida. Los acomodadores truchos nos juntamos a jamar frejol, papa rellena y cau cau, todo junto (siglos antes del actual siete  colores).

Más  tarde, mientras juntábamos  las almohadillas, vimos pasar por el pasillo, ya de noche, a los yoruguas Taibo, Rocha, Abbadie y otros,  héroes en otros partidos, pero no les paramos bola, porque nos habían ganado. Antes de salir, el Copiloto nos pagó. Conté mi ganancia: S/.235.00. Nada mal, no fue un domingo cualquiera, porque el lunes salimos retratados en el diario La Prensa en plena trepada.