domingo, 6 de septiembre de 2015

EL CAMPO DE MARTE, DEL AUGE A LA DECADENCIA.

Por Manuel Araníbar Luna
La reciente invitación de un amigo a una página llamada “Salvemos el Campo de Marte” nos retrotrajo a nuestra infancia en Lince. Aunque realmente el Campo de Marte no pertenece a políticamente al distrito de Lince, lo recordamos porque en Santa Beatriz se hallaban algunos de los lugares de esparcimiento de los linceños, además de ser uno de los pasos con destino  al Estadio Nacional y al Parque de la Reserva.
 La verdad que hace muchos años que no pasamos por allá. Durante nuestra niñez en Lince, principalmente las tardes de los sábados acompañábamos a los muchachos del barrio a las interminables pichangas que se jugaban en enfrentamientos de seis contra seis. Un par de piedras hacían las veces de vallas y no se jugaba con más de dos camisetas del mismo color.
Los conciertos de verano…
 Los domingos por la noche papá nos llevaba a los conciertos de verano de La Orquesta Sinfónica Nacional. Fue allí donde escuchamos  por primera vez en vivo “La Urraca Ladrona”  de Rossini  y “Pequeña Serenata Nocturna” de Mozart.  Más tarde, ya entrando a la adolescencia en los sesentas, los muchachos del barrio de Francisco Lazo  correteábamos desde el monumento a Jorge Chávez hasta  los de la campaña del 41; y  también nos zampamos-de puro oletones-  a la inauguración de la piscina olímpica. Aún no la habían techado.  Estuvieron  allí  los Ledgard, el Brujo, Táter y Kiko, una familia de nadadores, orgullo del deporte peruano.
Encuentros no muy santos…
Es cierto que por las noches el famoso Campo de Marte era un refugio de los enamorados para furtivos  encuentros románticos, muchas veces pecaminosos. También es cierto que no estaba muy cuidado que digamos porque siempre uno hallaba por allí algunos árboles quemados, maleza  amontonada, champas de grama  y una que otra banca destrozada por hordas de barristas  fanáticos.
Pero lo que muestran las fotos de esta página es lo peor que le puede haber pasado a este parque por donde correteábamos durante nuestra infancia. La basura, los pastrulos y el descuido están mortificando a los vecinos desde hace buen tiempo.
Una inmensa Concha … acústica…
Nos aunamos a esta campaña por salvar este parque del olvido y la negligencia por parte de las autoridades competentes que más se preocupan en borrar los murales artísticos del centro histórico pero descuidan  este patrimonio cultural de Lima. Para eso sí se manejan un marisco mucho más grande que la Concha Acústica del parque de esta nota.

06 de setiembre del 2015