jueves, 19 de diciembre de 2019

ROBERTO MOSQUERA UN VECINO DE LINCE QUE TRIUNFA.


Por Manuel Araníbar Luna
               “La calidad no es casualidad”
            (Luis Delgado Aparicio)
Ya lo hemos dicho, Lince es un distrito pequeño pero con grandes personajes. Roberto Mosquera Vera, es otra figura descollante de la galería de personajes famosos que han vivido en Lince. Digno heredero de una estirpe de exquisitos  futbolistas, vio la primera luz en Colombia durante los años en que su padre don Alfredo Mosquera —todo un crack— mostrara su clase en Millonarios de Bogotá al lado de Alfredo Di Stefano  y otros grandes del futbol latinoamericano. En sus primeros años estudió en el Colegio Las Américas de la avenida Militar, frente al cine Independencia. Ya casado, vivió en San Eugenio al lado del cine Alhambra. Más linceño no podía ser.
Dice el dicho que quien lo hereda no lo hurta. Su padre, don Alfredo, y sus tíos Nemesio y Máximo ‘Vides’ Mosquera han sido cracks, y de los buenos. Desde pequeño Roberto  integró las divisiones inferiores del Sporting Cristal, llamando la atención de entrenadores por sus travesuras con la pelota y endiablados toques en  pared  al lado de Julio César Uribe. En base a su calidad ambos fueron rápidamente promovidos al primer equipo con el cual obtuvieron el bicampeonato de los torneos descentralizados 79 y 80.  Asimismo Roberto fue convocado a la selección del Mundial de Argentina 78, luego obtuvo contratos en clubes de Argentina y Colombia.
Ninguneado por los grandes...
Esta semana Mosquera volvió a ser noticia, y de las buenas. Y entre las buenas, excelente. Ha obtenido el campeonato descentralizado de este año como Director Técnico  del Binacional, un modesto equipo de Juliaca, el cual desde su ascenso a la primera división fue ninguneado por los equipos grandes del balompié peruano. Mosquera conoce de esos ninguneos porque ha sido víctima de calumnias y ataques de periodistas mermeleros, de asquerosos insultos de hinchas fanáticos, sin mencionar los típicos ataques racistas. Y todo por no llevarles  el amén a dirigentes mañosos, de esos expertos en planillas dobles, contratos tramposos e increíbles perromuertos que abundan en el medio deportivo local.
Por la formación de sus padres, Roberto –sabiendo que la carrera de futbolista es efímera— no dejó de estudiar hasta seguir estudios superiores y titularse como profesional. No obstante, su pasión por el futbol pudo más. Y siguió preparándose para siempre escalando un peldaño siempre más arriba.
“¿Y este zambito para qué estudia tanto?”
En los inicios de su carrera de Director Técnico tuvo los inevitables tropiezos, dirigiendo  equipos  de primera y segunda división, algunos de ellos tan desorganizados como los precarios equipos de barrio. “Las caídas y  escollos del camino sirven para corregir y enmendar rumbos”, declaró. Jamás desistió, siguió preparándose, estudiando, actualizándose. Hasta que empezaron a llegar las distinciones: mejor entrenador peruano en el 2011. Campeón del Descentralizado y nuevamente mejor entrenador con el Sporting Cristal en 2012. Subcampeón con el Aurich y otra vez  elegido como entrenador del año en el 2014. En Bolivia, dirigiendo al Wilstermann un equipo de bajo presupuesto, goleó en la Libertadores a equipos grandes de América como el Peñarol, al Palmeiras y al Atlético Tucumán, luego al Atlético Mineiro. Luego continuarían los éxitos con el Royal Pari, un equipo al que sacó de los últimos lugares de la tabla para pelear el campeonato. Nada es casual, todo se debe al estudio y a la permanente actualización. Sin embargo, esto también causa escozores. Mosquera nos lo cuenta:
—Muchos decían: “Ese zambito que se pone terno y habla como blanco, ¿por qué estudia tanto?”.
Y es que en esta Lima hipócritamente racista aún hay gentes -y no pocas- que pregonan a los cuatro vientos su rotundo no a la discriminación, sin embargo,  en cuanto aparece un caballero de tez oscura llamado Roberto Mosquera, muy bien vestido, de buen verbo y mejor trato, y que además estudia y triunfa en el Perú y el extranjero, de inmediato lo motejan de “igualado”.
Hoy Mosquera termina el año consagrándose como campeón nuevamente con el Deportivo Binacional. Por desgracia, en este país donde hay tanta hipocresía, a algunos Felipillos sobones de todo lo que venga de afuera les sigue doliendo que un peruano estudioso haya tumbado a los equipos llamados grandes.
Los ataques continuarán. Mientras tanto, a Mosquera las distinciones y galardones le seguirán llegando.


viernes, 15 de noviembre de 2019

¿QUIÉN FUE EL COMPOSITOR DE CONTIGO PERÚ?


Por Manuel Araníbar Luna
No somos aguafiestas, salvo casos en que la verdad lo amerite. En  un post titulado Palmero sube a la palma  publicado el 19 de octubre de este año, el amigo Daío Mejía en su página de Fb se explayaba sobre  la zamacueca llamada también entre otros nombres Mozamala, lundu, baile de cajón y finalmente,  jarana limeña. Esto nos llevó a buscar en las redes sociales todo lo relacionado con  los términos  zamacueca y jarana.
La jarana yucateca...
Luego, con la misma curiosidad, nos zambullimos a escarbar el término jarana. Ente nombres, videos y definiciones, saltó el nombre jarana yucateca,  llamado también  el baile de las cintas ¿Tendría algún parecido con la zamacueca, hoy llamada marinera? Lo que vimos y oímos  en el video fue un tema titulado  Mesticita mía, un aire folklórico  ejecutado por banda de retreta callejera con mucho colorido y cadencia parecida a la jota aragonesa. Luego de la introducción, al empezar los acordes del tema principal, percibimos en la contagiosa música  un aire familiar. Esto picó de nuevo nuestra curiosidad. Luego de repetir el tema constatamos que la música era exactamente igual a la de la segunda parte de los versos de Contigo Perú, desde la estrofa “Unida la costa...” Hasta el verso final “me hundiré en la tierra contigo Perú”.
El autor de Mesticita Linda
De primera intención imaginamos que el tema yucateco era una adaptación de Contigo Perú. Al escarbar en las redes por el autor del tema que suponíamos plagio, hallamos que su nombre era José León Bojórquez García, natural de Hunucmá, Yucatán, un prolífico músico, compositor y director de orquesta. Escribió canciones, jaranas, marchas, una suite regional y una obra sinfónica. Pretendimos averiguar más. Y al cotejar su biografía saltó la sorpresa. Había nacido el 22 de septiembre de 1900  y fallecido el 8 de septiembre 1960.
Contigo Perú.
Este tema,  cuya autoría está registrada para el fallecido compositor Augusto Polo Campos,  se toca y se canta desde el año 1977, año en que fue compuesto  a solicitud del general Morales Bermúdez entonces Presidente de la República, en medio de la fiebre patriótica creada por los partidos de la selección de futbol.  A raíz de la última participación del seleccionado de balompié se publicó nuevamente en los medios la historia mencionada  repetidas veces por el propio compositor. La duda surge al cotejar la fecha de la presentación del vals de Polo con la fecha del fallecimiento de Bojórquez: diecisiete años antes.
Cavagnaro y Hello Dolly.
Esto trae a colación una anécdota de varias décadas atrás. Manuel Acosta Ojeda mencionó que el tema La noche de tu ausencia de Mario Cavagnaro tenía la misma melodía de Hello Dolly de Jerry Herman, tema de la  película musical del mismo nombre. Don Mario reconoció luego que en efecto el tema le gustaba y lo hizo en ritmo de vals  cambiándole de letra. Y nadie se erizó por ello.
Pedimos disculpas si esto llega a causar resquemores y polémicas. Jamás  tuvimos nada contra el compositor Polo Campos con quien hemos departido varias veces por tener amigos comunes vinculados al criollismo. Tampoco  tratamos de menoscabar su calidad creativa. Somos amigos de muchos artistas criollos pero somos más amigos de la verdad.
Esperamos la opinión de musicólogos y otros especialistas en el tema. (HAGA CLICK PARA VER EL TEMA MESTICITA LINDA)



jueves, 14 de noviembre de 2019

RECUERDOS GUADALUPANOS: EL CUARTO MISTERIOSO


 Por Cristian Loyola.
Un grupo de compañeros de trabajo habíamos tomado un taxi desde la avenida Colonial hasta el teatro Pirandello en la avenida Petit Thouars.  Por causa de los inevitables embotellamientos de tránsito de las siete  de la noche en Lima, tuvimos que pasar por el jirón Chota, justo por la puerta posterior del colegio Guadalupe. Y ¡pum!, mi mente se trasladó a mis años de adolescencia.

Cuartel de Operaciones...
Corría el año 98, mes de julio, en plenos preparativos para el desfile de fiestas patrias.  Luego de vivir un tiempo en el distrito de Lince mi familia se había trasladado lejos del centro de Lima.  Estudiaba el quinto de secundaria. Y yo, integrante de la escolta, junto a los alumnos más espigados de mi querido colegio, tenía que estar en pie, antes que todo el alumnado, cambiado y listo para ensayar  las primeras maniobras de la escolta al escuchar la voz de mando:
“Firmes, media vueltaaaa, derecha! ¡Armas al hombro, arriba! De frente, maaaarch!”
 Algunos de los integrantes de la escolta vivíamos lejos. Era todo un fastidio llegar tarde a casa, dormir poco y levantarse antes que nadie para tomar la combi de las seis de la mañana para  ensayar desde muy temprano, en un invierno limeño que pelaba. No había otra solución que quedarnos a dormir en el colegio.
El Guadalupe, fundado en 1840, tiene una rica historia de actos heroicos por parte de  profesores y alumnos que pelearon durante la guerra con Chile. Héroes de la guerra como Melitón Carvajal y Diego Ferré pisaron sus aulas. Por desgracia, nuestro colegio fue convertido en cuartel de operaciones del ejército chileno durante los años de ocupación. Desde aquellos años datan las historias de fantasmas.
El fantasma del profesor...
 Los alumnos de la nocturna contaban que durante las clases temían  ir a los excusados o pasar por la capilla debido a que se escuchaban extraños sonidos, cadenas, bayonetazos, gritos de ¡viva el Perú!. Se decía también que por los antiguos corredores y en las inmediaciones de la capilla  se paseaba el fantasma de un profesor torturado y asesinado por soldados chilenos por negarse a delatar a los profesores y alumnos que conspiraban contra al ejército invasor. También se contaba que por las noches se escuchaba la voz de un alumno de los tiempos del internado que se había suicidado por una decepción amorosa. Por todo ello, quien se aventurase a caminar sin compañía por esos corredores tendría que pensarlo dos veces, sobre todo cuando se producían los constantes apagones de la  década de los 90. Par quitarnos el miedo, ya el profesor de Pre Militar nos había dicho con toda solemnidad que los guadalupanos no le han temido ni al invasor chileno ni a nadie, y que  más peligrosos son los vivos que los muertos.
El cuarto misterioso...
Por la parte trasera, que daba a jirón Chota había un inmenso portón, apolillado y crujiente que data del siglo XIX por donde se filtraban las ratas y, tras ellas, los gatos del vecindario. En las inmediaciones había un depósito con montones de chucherías que sólo las podíamos ver asomando por las polvorientas ventanas cubiertas de telarañas, objetos diversos: carpetas despanzurradas, pupitres desvencijados, pizarrones rotos, tablones apolillados, lavatorios despostillados, inodoros quebrados, trapos, banderas deshilachadas, y  buena cantidad de cascos llenos de tierra, moho y nidos de cucarachas y pulgas. Durante años los alumnos nos preguntábamos cuándo sería el día en que pudiéramos a entrar y hurgar todos esos rincones. Y bien ese día llegó cuando nos dijeron que íbamos a pasar la noche allí.
Más de uno de mis compañeros dio un respingo al momento de abrirse la puerta que crujía como el castillo de Drácula. Teníamos que pernoctar ahí pero no había camas ni catres. Rebuscamos por todo lado pero nada lucía aparente.
Luego de la cena, en tiempos de los recordados apagones, decidimos juntar las carpetas y sobre ellas colocar colchones. Al principio contábamos chistes, que nos ayudaban a olvidar la incomodidad. Sin embargo,  no faltó el momento inoportuno en que alguien empezó a contar historias de ultratumba. ¡Para qué lo hizo! Nadie pegó los ojos. Fue la noche más larga de nuestra vida.
Al día siguiente, 27 de julio, limpios, lavados y bien uniformados, bostezantes y aún somnolientos, con limpísimas y almidonadas cananas y escarpines, además de los antiquísimos fusiles Máuser 1908, salimos a desfilar al Campo de Marte, orgullosos de representar a nuestro querido colegio.


domingo, 8 de septiembre de 2019

CRONICA DE ZAMPONES LINCEÑOS EN EL ESTADIO


Por Sócrates Araníbar Luna

Frío domingo del año 1965. Eliminatorias para el Mundial de Inglaterra. La selección de Perú se jugaba el todo por el todo contra su similar de Uruguay. El punto de reunión de los zampones generalmente era la pulpería de Chin Chin en la esquina de Lazo con Manuel Segura.

Por culpa del acoplado...
Ya yo me había mudado al Callao. Para llegar a Lince tenía que tomar dos tranvías, pero a causa de mi retraso, los palomillas emprendieron el viaje de diez cuadras sin mi compañía. El acoplado había interrumpido su marcha por culpa de un choque entre Lampa y Paseo de la República. Tuve que caminar a paso ligero hasta el estadio. Al llegar al Coloso mi primo Carlos Luna me recibió con un grito.

—¡Llegas tarde, huevón! 

Hacía un frio de la gran siete. Junto a mi primo, fumando cigarros Inca, me esperaban Miguel y Chago  Matta, Raúl Cabrera, Enrique Murata, el Cholo Gonzalo, Angel Poblet, Carlos Ramos, Calanca, y, perdidos en un recoveco de la memoria, otros imberbes secuaces. No podían entrar al Estadio  y estaban dando vueltas, como tiovivo de Feria o como pollo a la brasa. La tragedia de un año antes había causado que los tombos llegaran antes del mediodía, entorpeciendo nuestros intentos de meternos desde la mañana.

Y el foquito se prendió...
Cabizbajos, frustrados y desanimados,  caminamos pateando piedras. Si no lográbamos zamparnos íbamos a perder por lo menos doscientas gomas (una fortuna). De pronto Chago notó que junto al sardinel de la tribuna Occidente, marcado con la X, se hallaba estacionada una camioneta y sobre ella  una escalera telescópica de las Empresas Eléctricas. Un tipo con overol y gorra fungía de vigilante. A Chago se le prendió el foquito y llamó a Carlos.

—¡Loco, creo que aquí la hacemos!

 Calanca se acercó al vigilante  poniendo su más lograda cara de cojudo.

—Señor, buenos días, ¿es su camioneta?

No había terminado la pregunta cuando de improviso  Carlos y Chago, como si tuvieran un cohete en la culo, bajaron la escalera y la cuadraron contra la columna del tercer piso, marcada con otra X y se pararon al pie lanzando el esperado grito de abordaje.

—¡Primero los del barrio!

Uno por uno trepamos la escalera y nos metimos al cubículo que resultó ser un servicio higiénico para damas. Felizmente a esa hora –las puertas del estadio no abrían aún al público— ninguna damita estaba desocupando la vejiga, de lo contrario, se armaba la de ¡Dios es Cristo! Como solíamos proceder cada domingo, nos escondimos tras la última fila de bancas de occidente hasta que empezaran entrar los espectadores pagantes.
....................
Un domingo para recordar...
Aquella vez pasó de todo, la mujer del señor B., el pintor de Lince, que estaba más rayada que un disco de 78 RPM, desde el palco de Periodistas se estaba echando un discurso contra el Gobierno; la policía que rociaba con agua a los revoltosos terminó por empapar a la pobre señora; un émulo del Negro Bomba (Copycat que le dicen) se metió a la cancha y le dieron su chiquita.

Esa fría tarde la selección peruana perdió la clasificación. Al final del partido, por razones de seguridad se demoró la salida. Los acomodadores truchos nos juntamos a jamar frejol, papa rellena y cau cau, todo junto (siglos antes del actual siete  colores).

Más  tarde, mientras juntábamos  las almohadillas, vimos pasar por el pasillo, ya de noche, a los yoruguas Taibo, Rocha, Abbadie y otros,  héroes en otros partidos, pero no les paramos bola, porque nos habían ganado. Antes de salir, el Copiloto nos pagó. Conté mi ganancia: S/.235.00. Nada mal, no fue un domingo cualquiera, porque el lunes salimos retratados en el diario La Prensa en plena trepada.

lunes, 24 de junio de 2019

LA LLEGADA DEL SEÑOR DE LA CAÑA A LINCE


La imagen que se publicó días atrás en esta página de la esquina de las calles Francisco Lazo y Manuel Castañeda, actualmente es la morada de la imagen del Señor de la Caña; pero no siempre esa esquina fue su residencia. Surge entonces la pregunta que hacen los lectores, ¿cómo llegó dicha imagen al barrio? Acá les cuento la historia, asistido por mi madre que —felizmente a sus 90 años— goza de buena memoria. Este es su relato...
La aparición en Amancaes...
Corría el año 1934 de un día como hoy, 24 de junio, exactamente hace ochenta y cinco años. Y para los que aún recuerdan, era día feriado y se celebraba "El Día del Indio" con una fiesta a todo dar en la Pampa de Amancaes. El caso es que mi abuelita Elvira Calderón, como buena provinciana (era de Cajamarca, provincia de Cajabamba), se alistó desde temprano para asistir a la celebración. En esa época, por obvias razones, la movilidad era restringida. En realidad no existía un parque automotor, razón por la cual se llegaba en auto o lo que fuera hasta lo que hoy es Prolongación Tacna y Alcázar y de ahí en adelante uno estaba obligado a caminar. Ese día mi abuela empezó su recorrido y, según contaba, oyó una voz que la llamaba con insistencia:
—Elvira, ven y búscame.
Ella volteaba y no había nadie alrededor. Ignoró el llamado y siguió con rumbo a la pampa para participar de la fiesta, y a cada paso que daba escuchaba la voz que la apremiaba para que vaya en su búsqueda. Fue tanto así que, por el lapso de un cuarto de hora, la voz seguía llamándola pero ya no la urgía para que la busque sino que empezó a guiarla a un determinado lugar; y luego de aproximadamente media hora mi abuela encuentra la santa imagen semienterrada y casi destrozada. Le faltaba un brazo, y el otro en buen estado aún aprisionaba contra su pecho la caña que hasta el día de hoy conserva.  
Mi abuelita llevó la imagen a restaurar y, una vez terminado el trabajo, llevó al Señor de la Caña a su casa, Francisco Lazo 1512, donde mi abuelo David Zevallos Ronceros, más limeño que la mazamorra morada, le acondicionó una especie de capillita en la sala. Ese fue el hogar del Señor de la Caña por más de 50 años, hasta que se trasladó a la capilla donde actualmente pernocta.
¿Y qué de sus milagros? No los vamos a enumerar, pero basta acercarse a la esquinita e indagar a los vecinos.


jueves, 16 de mayo de 2019

DAVID ALARCO HINOSTROZA, EXTRAORDINARIO DECIMISTA LINCEÑO

Por: Manuel Araníbar Luna
Cierta tarde, escarbando el nombre “Lince”  en las redes sociales, nos topamos con una ingeniosa décima:
Recuerdo el largo salón
de la casa de mi abuela,
recuerdo el parque, la escuela,
las penas del callejón.
Recuerdo que en Lobatón -
Lince formé una gavilla,
recuerdo la palomilla
juventud que hoy va gastada; 
¡Niñez, mi niñez pasada,
se me fue tu maravilla!

Saltamos hasta el techo, porque la décima nostálgica nos remontaba casi a las mismas andadas que añoraba el extraordinario decimista. Pero, además, el respingo fue doble debido a que mencionaba a Lince y Lobatón. Nos orgullecimos de saber que nuestra 'Galería Virtual de Linceños' se va de enriquecer con el nombre de otro personaje famoso por sus décimas.

El firmante era  don David Alarco Hinostroza, decimista reconocido internacionalmente como El Repentista Inca, a quien podemos verlo improvisando -y saliendo airoso, por supuesto- en el Youtube, con prestigiosos decimistas extranjeros.  Don David es además director del grupo Taller de la Kontroversia, círculo dedicado a la difusión de las décimas improvisadas en el Perú y en el extranjero.

Sócrates le envió una décima, cerrándola con el mismo doble pie forzado:

En Lince y en Lobatón
mi infancia mataperreé,
en el riel chapas chanqué,
de Lazo soy corazón,
Y sé que en algún rincón
aún se encuentra escondida
por las líneas de un  tranvia
en mi mente reposada.
niñez...  mi niñez pasada,
se me fuè tu maravilla. 

Y añadió unas líneas más, invitándolo a leer nuestro blog. Rápidamente, como es característico  entre los favorecidos con el repentismo, respondió David:
Amigo Aranibar Luna
en "Un sólo corazón"
abrí a "Lince y Lobatón"
desde mi virtual tribuna.
Quien no tuvo la fortuna
de este barrio conocer,
nunca podrá comprender
lo que es amor a un distrito;
a la calle, al parque, al mito
de los fantasmas de ayer.

Agradecidos  por tan caballeroso detalle,  le invitamos a participar en nuestra página linceña. Pero, al igual que cuando  aparece un sonero hay que cantarle un son, a un decimista hay que invitarlo con espinelas. Aquí la invitación, modesta pero sincera:

Lindo Lince y Lobatón
Aquí jugué entre tus calles
Y todos esos detalles
Son de mi mente un rincón.
Hoy con profunda emoción
Al mundo do entero le grito
Que un decimista exquisito
De inspiración prodigiosa,
David Alarco Hinostroza
Es hijo de este distrito.

“Para el amigo sincero
que me dé su franca mano”,
dijo Martí, el gran cubano,
en verso limpio y certero.
Estas decimas, espero
sirvan como invitación
para que, en su inspiración,
su niñez vuelva a traer,
Y se lo va a agradecer
nuestro Lince y Lobatón.

Lógicamente, puesto que es un caballero como los de antes, don David Alarco nos ha respondido el mensaje y, como se espera de un  repentista, remató con un par de espinelas:

Cuando de niño subí
al techo de Lobatón
de pronto observé el telón
selenita en frenesí.
No se lo que descubrí
en esa noche moruna,
y recién hoy...por fortuna
descubro en el pentagrama;
que era un poeta y se llama
Manuel Araníbar Luna.


Yo recuerdo que Martí
elaboró una quimera
"Quiero el día que me muera
la bandera sobre mí"
Canto el “Indio Naborí"
la espinela cual ninguna,
y en Lince (flor de la cuna
e inspiración decimera);
la canta en forma sincera
Manuel Araníbar Luna.

Hermano vecino de Lince, ahora ya lo sabes: en este rincón escribió un linceño internacionalmente famoso.  Sabemos que las décimas seguirán llegando de la pluma de don David Alarco, pero además intuímos que irán apareciendo linceños cultores de la espinela y contribuirán con sus inspiraciones en este blog.
¡Salud, don David Alarco Hinostroza, por esta sucursal del cielo llamada Lince y Lobatón!



sábado, 11 de mayo de 2019

LA ESCUELITA, LAS PICHANGAS Y LOS CARNAVALES (1)

Por Ricardo Loo Zevallos 

Las tiendas de mi barrio...

Más que vecino e hincha, soy nativo total nacido en Francisco Lazo cuadra 15. A vuelo de pájaro les contaré los recuerdos más notorios de mi primera infancia, las tiendas de don Miguel Robles, Chin Chin, Octavio y Pajarito. Los primeros cuadernos los compraba en la librería El Niño, el pan en la panadería True; hilos y lana eran comprados en el bazar de don Juan Ytame, y el primer colegio donde estudié lo que en esa época llamaban transición estaba ubicado a mitad de cuadra de la cuadra 14 de Petit Thouars, casi al frente de la panadería Levaggi. Acá debo manifestar que iba solo, bien independiente (bueno, tengo que reventarme cuetes). 

Peloteros pisteros... 

Ya referí mis primeros años. En adelante se asomaba la socialización con los demás niños del barrio, los primeros partidos en la pista. El partido se detenía para que pase el verde ómnibus de la línea 26, situación que era aprovechada por los picones de siempre, para anular o impedir un gol. Era la época del primer colegio donde, dependiendo de la preferencia de tus padres, te matriculaban ya sea en el Brenner o la más emblemática la 14 o 420 .y bueno esto es motivo para seguir la historia la que narraré según los caprichos de mí frágil memoria. 

Anécdota Carnavalesca... 

-¡Hugo, Hugo que sigue! 

Eran los gritos de Ángel Paulet o “Negra Bonita” quien, mientras cantaba ante los vecinos del barrio por las celebraciones carnavalescas, olvidó la canción que interpretaba, pero él mismo era: como subió bajó recontra fresco. Esto sucedió en la cuadra 6 de Althaus, calle que era cerrada para colocar un estrado por el señor Donayre a quien decíamos “el muñequero”. Había concurso de canto y se remataba con baile general. Lo que cuento debe haber sucedido más o menos por el 58 o algo así . Era la época del Ño Carnavalón y nadie como Angelito Paulet para caracterizar a la viuda con el fin conseguir unas monedas en las tiendas de Santa Beatriz donde entrábamos a chonguear y de ahí a comprar vino de chacra Santa Elena en el depósito de la esquina de Herrera y Gálvez ¿La ubican? Son recuerdos imborrables.

martes, 1 de enero de 2019

RECUERDOS DE MI QUERIDO COLEGIO BRENNER.


Por Manuel Araníbar Luna
Foto: cortesía Julio Huamán
El colegio Francisco Fabio Brenner, nuestra alma mater de Lince y Lobatón, estaba ubicado en la cuadra 17 de la avenida Militar, frente al pasaje Esther,  el rincón nocturno de los enamorados de aquellos tiempos. En la esquina de la izquierda se ubicaba la fábrica Boston, y en la esquina de la derecha, frente a la Plaza Pedro Ruiz Gallo, la antigua botica Candamo . En las mañanas llevaba el número 458 y por las tardes era el 389 (años después se le cambiaría el número por el 1056).

Hoy nuestro querido colegio 458 ya no existe. Un edificio moderno (una fábrica de zapatos) se yergue sobre lo que fue un templo de enseñanza donde los profesores eran verdaderos apóstoles de la docencia (y de la decencia).
La máquina del tiempo...
Esta imagen nos transportó a nuestra feliz niñez como en una  máquina del tiempo, sesenta años atrás. Fue  tomada en el año 1954 en el patio de la escuela, a espaldas de la puerta de salida del colegio.  Por aquellos años, y hasta su demolición, los techos de sus oficinas y aulas  eran de tablas y vigas de madera cubiertas por tortas de barro y paja con una teatina al centro para el paso de la luz, como se estilaba en la Lima de finales del siglo XIX y y principios del XX. La puerta de la izquierda y la del centro eran los ingresos a los servicios higiénicos. El oscuro pasaje de la derecha daba a la puerta principal. Aunque no se ve en la foto, a un lado estaba la escandalosa campana, reemplazada años después por un timbre eléctrico no menos estridente, cuyo aviso al medio día desataba los aullidos de alegría de los escolares. 
La plana docente...
Al centro el Dr. Mori, director del colegio, quien años más tarde sería reemplazado por el profesor Vivas Vidal. Entre la plana docente distinguimos al profesor Manuel La Fuente, un tarapaqueño que jamás olvidó su tierra natal; la señorita Isela Terjeda de Wubster, la profesora Garro, el profesor León. Nos parece distinguir asimismo al profesor Napoleón Ortiz, quien luego ejercería el cargo de director y años después instalaría su bufete de abogado en el Jirón Lampa. No recordamos el apellido de los otros maestros, pero estamos seguros que en esta tribuna linceña no faltará un lector que los recuerde.
Párrafo aparte merece la generosa colaboración de Julio César Huamán, uno de los más conocedores del tango y la milonga en Lima, quien gentilmente nos ha ofrecido más imágenes de su archivo personal.