En el Bosque Matamula...
Pertenece a una familia de excelentes
jugadores que marcaron época desde las décadas de los cincuentas y sesentas en
todo campeonato barrial que se realizara tanto en la famosa cancha de la
legendaria Gran Unidad Escolar Melitón Carvajal como en la del Bosque Matamula.
Sus hermanos, Teófilo y Daniel, delanteros malabaristas y quimbosos, también de
las filas del legendario Garcilaso, fueron
igualmente protagonistas imprescindibles en las batallas futboleras de la Liga de
Lima. Asimismo, Daniel fue un extraordinario bailarín que integrara el dúo Los
Paladines con la recordada Lucila Campos.
A la temprana edad de 17
años debutó en primera en Alianza Lima. Era un centro delantero completo. Gran
cabeceador que anotaba goles por colocación más que por fuerza, debido a que no
cerraba los ojos para cabecear, detalle que ignoran muchos jugadores de hoy en
día. Dribleador nato y ambidiestro, sabía llevar pelota desde el medio campo.
Jugaba en pared y definía con ambos pies en todas las modalidades: de volea, de
chalaca y de tiro libre.
Fue el primer pivoteador moderno del fútbol peruano,
porque no sólo se limitaba a pelear las bolas que llegaban hacia él, sino que
las repartía a quien llegara al área. Siempre recibía la pelota de medio lado
para no regalarse al ponerse de espaldas a sus marcadores – un clásico defecto
de los delanteros de hoy en día -, y con este movimiento sabía ya por dónde iba
a salir con ella y mirar a quién entregársela.
“Ni siquiera te vi, hermanito”
Si hay una palabra para
definir su estilo de juego esta es la picardía. Jamás se lesionó de
consideración puesto que adivinaba las intenciones de los cancerberos rivales. Desde
antes del primer choque ya le estaba metiendo floro a su marcadores de turno,
dándoles su chiquita a los backs contrarios cuando se ponían malosos. Inmediatamente
aparecía su viveza. Quienes lo marcaron lo recuerdan con admiración. José
Fernández, La Vieja, lo cuenta con
gracia:“Ni bien íba al salto te soltaba un puñete en el vientre bajo, y de
inmediato, para bajarte las revoluciones, te ponía el parche: ‘disculpa,
hermanito, fue de cazuela’.
Julio Meléndez recuerda
otra: “Me dio un tremendo codazo en el ojo que me dejó ciego por quince
minutos, cuando fui a cobrarme la venganza me respondió con la humildad de un
huerfanito: ‘¡Alguien me ha empujado, ni siquiera te vi, hermano!’.
Y así durante todo el
partido repartía caricias a punta de mañas y salía siempre con una ocurrencia.
A cada guadañazo que veía llegar a sus canillas levantaba el filo del chimpún
un par de centímetros y el ataque se convertía en hematoma para el agresor.
Estafado por la dirigencia...
A pesar de que se le
consideró siempre un referente del Alianza Lima, muy pocos saben que toda la
vida el club de sus amores fue el Deportivo Municipal. Su doloroso alejamiento del equipo victoriano
se debió a las incumplidas promesas de las dirigencias aliancistas de aquellos
tiempos. “Me pagaban una miseria de mensualidad. Me prometieron casa, carro y
hasta negocio propio”, nos dice sin perder la sonrisa, “y hasta ahora los estoy
esperando bien sentado en el sofá”.
Coco Basile y el teatro...
La expulsión de Basile (foto: Fotosfutbolperuano.com). |
Su gol a la selección
argentina para las eliminatorias de México 70 en el Estadio Nacional fue de
artista. Chumpi cortó un ataque, salió corriendo con fuerza por la izquierda y
le lanzó la pelota en un pase de cincuenta metros. Perico la recibió de medio
lado al filo del área, matándola con el pecho y antes de que diera bote se la sombreó
a Cejas, concretándose el 1 a 0 definitivo.
A la siguiente jugada Coco Basile, picón por el gol y por la serie de
codazos a la cara recibidos por parte de Perico, le fue a dar un guadañazo a
la mala. El centro delantero del barrio de Garcilaso saltó y rodó como un
ovillo de lana. El árbitro brasileño expulsó al argentino y Perico se levantó
sonriente y satisfecho de su actuación teatral: Basile no le había hecho ni un
rasguño.
El salto mortal...
Las vueltas que da la
vida. Ahora que son cosa cotidiana los malabares, bailes y pasitos de los
jugadores después de la anotación de un tanto, nadie recuerda que Perico León
fue el primero en celebrar sus goles de manera original. Antes del mundial de
México, en un partido amistoso dio un espectacular salto mortal luego de anotar
un gol a la selección mejicana en su propia cancha. Años después, Hugo Sánchez,
el goleador mexicano del Real Madrid, imitaría esta celebración y los ingenuos
periodistas deportivos internacionales la consideraron como creación original
del delantero charro.
El short descosido...
El gol a Cejas (foto: Arkiv Perú) |
Mil y una anécdotas se
cuentan de su larga trayectoria deportiva, siendo la más famosa la del short que
se le descosió en la Bombonera en el
partido decisivo con Argentina. Ante la histérica desesperación de los
jugadores argentinos y las pifias de la tribuna, los jugadores peruanos se
demoraron una eternidad haciéndole rueda mientras se cambiaba el pantaloncillo
roto. El short, por supuesto, estaba ya semidescosido desde el camarín y toda esta demora enfrió al equipo
argentino que había salido a la cancha a arrasar con todo.
Aún hay más, las escapadas
de la concentración, la molestia de Didí, las broncas con Challe y mil y un
aventuras en Lince, su distrito añorado . Pero todas estas anécdotas las iremos
narrando semana a semana.