Por Manuel Araníbar Luna
Días atrás, previo a su
cumpleaños —el 6 de julio, día del Maestro—, el nombre del tío José fue
mencionado en el Facebook por viejos comentaristas sobre los famosos defensores
macheteros de la década de los 40. Comentaron
de todo, mayormente del juego brusco que hicieron famosa a esa pareja de backs
a quienes los delanteros les temían, pero quedó flotando una pregunta que uno
de los cincuentones hizo a los maestros del periodismo: “¿Por qué le decían
Gallareta?”. Aquí la respuesta que no la
pude mencionar en su debido momento por causa de los ajetreos del trabajo
La historia del famoso
sobrenombre saltó a la palestra entre chistes colorados y carcajadas de los
vecinos de Lince y La Victoria en una rueda de anisado la noche del velorio de
la abuela Rosa en el Callao, y fue corroborado por el mismo José Luna y por su
hermano César “Pirimpi”.
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Salga pato o gallareta...
Aquella tarde de su debut en
las canchas, en minutos previos al partido en que Mariscal Sucre debía
enfrentar al Circolo Sportivo Italiano, el defensa titular se había lesionado,
y el suplente llegó borracho y se había
quedado dormido en el camarín del antiguo estadio Nacional. Cuando Máximo
“Macho” Gómez vio que entrenador pateaba las bancas con furia le sugirió que
llame a Luna, un juvenil que estaba en la tribuna.
El entrenador salió a la
cancha y a una indicación de Macho lo mandó llamar para que vaya a cambiarse y calentar. Para su suerte Gallareta, era de la misma
talla 46 del titular lesionado. Luego de las instrucciones respectivas (que le
deje un recuerdo en las canillas al wing rival), ante la presencia de los
dirigentes presentes en el camarín le dijo unas palabras que resultaron
inolvidables:
—Este es tu momento. Estas
entrando por una emergencia y ya no puedo echarme para atrás. Me estoy jugando
un riesgo en hacerte jugar, y lo harás salga pato o gallareta.
Luego del partido, tras su
buen desempeño y contento por haber obedecido las órdenes (aunque se había
pasado de la raya en cuanto al juego brusco), el entrenador y los dirigentes lo
palmotearon.
—¿Recuerdas que te dije que
me estaba jugando un riesgo al hacerte jugar “salga pato o gallareta”? ¡y no me
equivoqué porque salió gallareta!
Emocionado, al llegar al
barrio de Lince el tío José les contaba a los amigos las palabras del
entrenador antes y después del encuentro
—…¡y me dijo que tenía que jugar
salga pato o gallareta!
Tantas veces lo repitió aquella noche y los siguientes
días de la semana que los amigos de Lince lo empezaron a llamar así:
—¡Hola Gallareta!
Al principio se molestaba. Tanto así que en un partido
amistoso en el parque Matamula un espectador le gritó el apodo. Gallareta lo
correteó y para suerte del que profirió el apodo no lo alcanzó. No obstante, el
apodo se hizo famoso en Lince y en La Victoria. Y una noche de juerga en local
del Sucre, que en aquel tiempo estaba ubicado cerca al local de su rival
Alianza, se lo contaron a un periodista que participaba en la borrachera. Este
reportero lo publicó al día siguiente y la chapa quedó. Total, Gallareta le
pusieron y Gallareta se quedó.
Gracias por esta anécdota tan simpática y felicitaciones oor tu Blog. Fuí vecino del barrio en mi niñez y me alegro de poder leerte.
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