miércoles, 14 de diciembre de 2011

BARES DE LINCE, (primera parte)

                                                               …!que vivan todos los vasos 
de cerveza en todas las playas
y cantinas del mundo…!
-Luis Hernández-
POR  SÓCRATES ARANIBAR LUNA
Tarea para la casa: !Adivina en qué chingana linceña tomamos esta foto!

¡Bares de Lince que hemos pisado! Incontables. Y no por la cantidad sino porque cualquier ciudadano con más de seis copas en el organismo, se mete a cualquier local y muchas veces ni recuerda por donde anduvo, con quién brindó, con quién empezó, con quién terminó, de qué discutió, quién lo picó, a quién picó, a quién camaroneó, con cuanto dinero entró y con cuánto salió…

A quién madruga Dios lo ayuda. Quien madruga, duerme por la tarde. Quién duerme por la tarde, no duerme por la noche. Quién no duerme en la noche, sale a chupar. Conclusión: Dios ayuda a los que salen a chupar.

Todas las anécdotas que traen esas reuniones cantineras. Es difícil decir por donde comenzar, porque mayormente, cuando  un bohemio visita un bar, es que ya inició la juerga en otro lugar.
¡Bienaventurados los borrachos, porque ellos verán a Dios dos veces!
Y bien, uno entraba a refrescarse en verano, al salir del cine, al celebrar un partido en el estadio que estaba tan cerca, a compartir una noticia, alegre o triste. O, la mayoría de veces, ¡por las únicas y reverendas ganas de chupar!
Agua de las Verdes Matas, tu me pierdes, tu me matas, me haces mearme las medias y después andar a gatas.
Si empezamos por el norte de Lince deberíamos iniciar el recorrido  obligatoriamente en Santa Beatriz, que aunque – legalmente no es Lince- está adherido como poto y calzón a Manuel Segura: en Teodoro Cárdenas se escuchaban los tacazos y el golpeteo de las bolas en la buchaca dos cuadras antes de llegar al Billar el Sol y su mancha respectiva ( Oziel, Moisés García Da Silva ( Calato), Pachoy, César Herrera (“La Bruja de Lince”), Manuel Ramos Junchaya, Jorge Alejos, “Pan de a 15” “ el Characato Mendoza, Don Marciano Ramos (Papa de Calanca), “Sangre de Pato”, “ el Compadre Tato”, que durmió 3 días en la Comisaría de Lince por culpa nuestra (cada vez que se acuerda llora),  el colorado “Raffles”, “ Chupo” (Félix Zavala), Ishiro Abawe y los “Zurdos” Alfredo “Bizarro” y Carlos “Pichòn” Hernandez… bueno frente al billar estaba la cantina de “ El Fígaro” ( antigua casa del negro “Nieves”), quien también  regentaba una peluquería que la heredó “El Flaco”. el peluquero que cantaba yaravíes con Llerén.
Este famoso flaco peluquero de Lince tiene sus anécdotas: cada vez que regresaba su mujer del mercado (una chola piernona) le sacaba la mierda (por siaca, por lo que hubiera podido suceder) y se ponía de mal humor cuando llegaba a cortarse el pelo porque le alejaba a los otros clientes que esperaban, porque con tan tremenda cabeza empezaba con las tijeras un lunes por la mañana y terminaba el miércoles por la tarde (dicen que le cortaba por zonas).  El inolvidable personaje bohemio que paraba con casi todo Lince, Lucho Cucalòn, el Chato Gamarra, Carlos Pando (Valverde), Joe Soto (del Perù), el “ Colorado” (que es negro) “Pisquito”, el “Loco” Carlos Luna, Calanca, Koka, Beto Mejia, Hildebrando Zambrano, Henry  y otros renombrados “bebedores sociales”.

La cantina era grande y decía que El Figaro era picantería, pero nunca cocinaban nada, o sea era sólo chupódromo.  Caminando unos 20 metros hacia Plaza México, volteando a la mano derecha estaba el bar “ Delicias” donde a cualquier hora de la madrugada se encontraba alguien con quien completar la tranca.
El que bebe se emborracha. El que se emborracha duerme. El que duerme no peca. El que no peca va al cielo... y puesto que queremos ir  al cielo vamos ¡¡BEBAMOS!!
Si se bajaba por Castañeda, en la esquina con José Gálvez, se encontraba la fonda de Rosita  donde también vendían chelas. Le llamaban  La Silla Eléctrica”, por que allá  por los años 70s, en una de sus mesas se quedó dormido el japonesito … que se fue pa’ la Habana porque hasta hoy no despierta.
Hacia la mitad de la 14 de Gálvez frente a la casa de Ishiro estaba la famosa “Bruja” Amanda Sotil (que se enamoró perdidamente del “ciego” Juan Luna), un gigantesco recreo bar con su radiola Wurlitzer y su marcador electrónico en cada mesa, para no caminar 20 metros hasta la radiola: apretabas B 5 y sonaba el bolero cebollero “ Nido de Amor “ de Lucho Barrios, bolero que hacía moquear a los alcohólicos linceños.
“Tienes  el cerebro comunicado con el culo. Cada vez que te emborrachas  y dices algo la cagas”.
  Avanzando a la siguiente esquina de Gálvez con Manuel Segura, donde se hallaba  la antigua Farmacia “Velasquez”, propiedad de don Juan Velasquez, primer alcalde de Lince,  volteabas a la izquierda por Manuel Segura para llegar a prolongación Iquitos, al bar “ZETA”, en el  barrio de Carlos Revolledo (más conocido como Caña), Napoleòn, Carlos Méndez, pero estos malogrados no chupaban allí por que les cobraban adelantado (por su fama de perromuerteros) sino que iban a juntarse con nosotros donde “Cañete”, bar de Ricardo Cañete, junto a la casa de Beto Mejia (antigua Libreria “El Niño”). Cañete tenia una Wurlitzer del año de la pera con el tragamonedas malogrado: había que darle en mano los 0.50 cts.,  metía la mano por detrás y accionaba el mecanismo para activar el  disco). En ese bar también chupaban el “cojo” Mario, “Caregallo”, el “Ciego Pancho”, “Manuelillo”, “Raffles (en qué cantina no habrá chupado este pata) y Bellido el mayor (que se ponía terno y corbata para chupar elegante).
¡Doctor, me siento mal, todo me da vueltas, además, me arde el corazón! - Mire, señora... Primero, no soy doctor, soy cantinero. ¡Segundo, Ud. no está enferma, está borracha! ¡Y tercero, no le arde el corazón, sino que tiene una teta en el cenicero!
Empezando por la 15 de Francisco Lazo estaba Chin Chin ( la cárcel) que era una antigua encomenderia  con trastienda de puertas batientes lo que la convertia en Bar caleta. Chin Chin era el rincòn exclusivo de Don Lucho Zevallos (Gato),  Jesùs Gutierrez, el Cholo Ramos, Dante Aranibar, don Pancho Curahua y su hermano el Mono Pedro, Ricardo Loo (Boliche), Marciano Zevallos (Churreta), quienes después  pasaban para el de la Buena Amanda ( La Bruja), en una de cuyas mesas  se encontraban con una ciudadana francesa -a la que le gustaba el trago y los encuentros amorosos- que hacia  movilidad escolar de día (y por las noches nos movía  a todos). La franchute les exprimía el  tuétano a todos ellos y después, insaciable ninfómana,  daba cuenta de todos nosotros (los menores al último). Cuentan las buenas lenguas que una vez quedó de último mi tío Pedro Curahua (el Mono), el solterón del barrio,  y la combi VW se empezó a remecer descontroladamente como el terremoto en Yungay, mientras se escuchaba la voz de mi tio “!...muévete gringa muévete gringa…! Y mi tio Lucho, palomilla como el sólo, abrió la puerta posterior y todos (25 personas) vimos a La Francesa  tendida y aburridaza mientras el “Mono” con las dos manos movía la carrocería frenéticamente. Demás está decir que no salió de su casa por tres meses por temor a la batidera en la cárcel de “ Chin Chin” (espero que desde donde esté, mi tío me perdone la infidencia)
…..
El beber mucho alcohol mata las neuronas, las neuronas que mata son las más débiles. Si mata las más débiles, quedan las más fuertes e inteligentes. Conclusión: contra más me emborracho más inteligente me hago.

 Donde Chin Chin nos atendía Toribio, un japonès “ huasca”, cuyo color de piel colorado, denotaba que era venticuatrino,  y que después de cerrar el local salía de madrugada con una botella de pisco a tomar “aunque sea solo” por el centro de Lima.
Regresamos a José Gálvez y en la 17 estaba Kike y su buena música (en su radiola se escuchaba “La Gioconda”, antiquísimo danzón con nuevo arreglo de Eddie Palmieri. Después este local se convirtió en el restaurante del cantante Roberto Silva, que cuando de ahí salíamos a jaranear a otro lado con el “Cholo” Abanto, Carlos Ramos, José Llerén (“ ya voy en taxi”)  y Lucho Cucalón,  el famoso Roberto cerraba el local, botaba a los clientes y se iba a jaranear con nosotros).
No estoy ebrio, lo que pasa es que tú  estás sobrio.
En la 15 de Prolongación Iquitos estaba el “Cocoseco”, que vendía cerveza en porrón. Allí íbamos con Andrés Valencia, que la tomaba   mezclada con Coca Cola.
Había también dos trastiendas: Santiago y Molfino, pero estas eran cantinas chicas y cuando éramos más de tres teníamos que matar la res a otro sitio…

CONTINUARÁ …en otra cantina de Lince…, porque falta enumerar muchas)…

AMIGO LINCEÑO: ¿por qué no nos escribes nombrando tus cantinas inolvidables con todas sus anécdotas? . Y si tienes fotos de tus cantinas linceñas envíalas, que aquí las publicaremos gustosos.  De paso le haces publicidad a tu barrio linceño.