sábado, 30 de mayo de 2015

PELOTA DE TRAPO

“Vos fuiste mi amor primero
aunque hayas sido de trapo...”
-José Cantero Verni-
Por esas casualidades que se dan de vez en cuando, a las que hoy se les llaman serendipia, llegó a mis manos un afiche de la película argentina Pelota de Trapo con Armando Bo. Subí el afiche a las redes y unos jóvenes lectores me preguntaron que cómo era eso posible. Ya los imaginamos frunciendo las cejas cuando les contemos que en nuestra niñez jugábamos con una pelota de trapo en las calles de Lince cuando no en los potreros de Santa Catalina.
Culo de gallina...
Mis hijos se reían cuando les explicaba que para que la humilde pelotita diera bote se le ponía al centro una pelota de jacks  y que al amarre final se le llamaba culo de gallina. Para que lo pudieran entender no tuve más remedio que elaborar una pelota con unas medias viejas de fútbol.
Nudo culo de gallina estilo africano
Aún así, no comprendían el hecho de que en los barrios pobres las zapatillas eran un sueño lejano; que nuestros padres nos regañaban cuando nos sorprendían peloteando con los zapatos de la escuela; que nos escapábamos para jugar descalzos; que los botines de fútbol sólo eran para los futbolistas profesionales; que nadie tenía plata para una pelota de fútbol Número 5 de cuero; que cuando la pelota caía en un charco su peso aumentaba al triple y manchaba las paredes del barrio. Y que aprendíamos de los mayores todo ese mágico ritual de fabricar una para jugar en potreros con vallas hechas con piedras o palos.
Hoy el hermano poeta argentino José Cantero Verni nos lo cuenta en sus tiernos versos nostálgicos. 
Manuel Araníbar Luna
PELOTA DE TRAPO
La canchita era de tierra
y la pelota de trapo,
con dos medias bien cosidas,
por Valdir el Uruguayo.
La de cuero era muy cara
no alcanzaban los centavos,
pero eso no impedía
ser feliz en un picado.
No había tarde que no fuera
a jugar con los muchachos,
correteando esa pelota
entre medio de los charcos.
La pelota era el recreo
que nos daba el entusiasmo,
que brillaba en nuestras vidas
como estrella en el espacio.
Querida y vieja pelota
si te habremos dado palos,
yo te llevo bien adentro
aunque no hayas rebotado.
Si parecía que latía
todo su cuerpo sin gajos,
con un corazón gigante
por el potrero bailando.
Los chicos de la otra cuadra
un día nos desafiaron,
para jugar un domingo
a la mañana temprano.
Eran siete contra siete
por el tamaño del campo,
con cuatro piedras bien grandes
para marcar los dos arcos.
El siete de nuestro equipo
tenía en el arco a Gagliardo,
Cervantes, Pando y Ludueña
en la defensa parados.
El Santiagueño Brizuela
que lo apodaban «El Ancho»,
que junto al Negro Mendieta
formaban el mediocampo.
Y arriba solito y solo
con esa chapa de guapo,
el gran Oriental Valdir
que nunca aflojaba un tranco.
Ese partido quedé
como suplente en el banco,
mirando cómo jugaban
aquellos siete muchachos.
No se jugaba por tiempo
ese domingo temprano,
el triunfo sería del cuadro
con ocho goles marcados.
No había ningún referí
para soplar el silbato,
ni líneas que lo ayudaran
con banderín en la mano.
Iba y venía la pelota
sin rebotar en el campo,
con catorce carasucias
correteando sin descanso.
La pelota era la reina,
señora del escenario,
aquella simple pelota
que sólo era de trapo.
Se jugó aquel partido
con gran fervor y entusiasmo,
por esa alegría del fútbol
que no importó el resultado.
Aquella pelota nuestra
que a pesar de tantos años,
en la cancha del recuerdo
de punta le sigo dando.
Querida y vieja pelota,
pelota de nuestro barrio,
vos fuiste mi amor primero
aunque hayas sido de trapo.

José Cantero Verni