jueves, 11 de agosto de 2011

Encuentro en el Parque de la Reserva con el primer asaltante de Bancos

POR SÓCRATES ARANIBAR LUNA.
"...se sentó y cruzó las piernas..."

Inicios de los sesenta. Estábamos en plan de vagancia. Nos reuníamos siempre muy temprano (para los adolescentes ese ‘muy temprano’ era el medio día, la hora para descansar y huevear, que no son lo mismo, pero para los adultos es igual). Y siempre en invierno (en verano el destino era la playa), conversando de huevadas tan importantes como lo rica que estaba la Brigitte Bardot, del próximo clásico de fútbol, de la última película del cine Alianza, de los huevos del gallo y pensando como ganar dinero sin hacer ni mierda.


Años de vagancia...
El punto de encuentro era la tienda de Chin Chin, (el Chago le llamaba ‘La cárcel de Chin Chin’, jugando con la letra del bolero de José Feliciano). Éramos tres o cuatro vagos: Carlos  ‘Calanca’, Kike, Carlos ‘La Vaca’ y yo. A veces se nos juntaba alguien más. Rosita o Jumillo nos despachaban la media cajetilla de fallos. Cruzábamos la sub-estación y tomábamos Torres Paz. Otras veces enfilábamos por Enrique Barrón, bordeando el castillo Rospigliosi y, cuando alguien se recurseaba algún sencillo, la voz era el café de Take en la Plaza México, donde se hacía el mejor escabeche de bonito del mundo.

Ya bien comidos, bajábamos a veces por Manuel Castañeda y Soldado Desconocido, entre tres o cuatro sobre una  Monark semioxidada, como malabaristas circenses, para llegar al Parque de la Reserva, que de día era un lugar de relax, pero por las noches era la alfombra de encuentros amorosos furtivos entre amantes misios. A esa hora el césped cubierto de rocío semejaba una alfombra de plata y en el ambiente se percibía un no sé qué, una mezcla de humedad, de eucalipto y troncos quemados. Escogíamos siempre la misma banca. Al llegar en la bici entre cuatro puntas casi siempre terminábamos sacándonos la mierda. De milagro no nos pescó un camión.


El anciano embustero de la barba...
Casi siempre veíamos caras conocidas: colegiales y universitarios chancones, niños jugando con sus nanas, pichanguitas de tres contra tres, jardineros renegones jalando larguísimas mangueras. Entre todos estos personajes nunca faltaba aquel señor que caminaba pensativo, silencioso, con la barba crecida. Pasaba a nuestro lado sin mirarnos, inmerso en su locura, ausente del mundo e ignorándonos por completo. Andando los días se acostumbró a nuestra presencia y con el tiempo ya nos levantaba la ceja en señal de saludo.

"...siempre en la misma banqueta..." 
Cuando hubo más confianza ya conversaba con nosotros de políticos, de viejas glorias del fútbol y del boxeo, nombres y calles, pero siempre con cierto aire de lejanía en su mirada. Un día que conversábamos de lo que pasaba en ese tiempo en Lima acerca de robos y noticias periodísticas, soltó la frase que nos cayó como latigazo:

  - Yo fui el primer asaltante de bancos en Lima.
  -   ¿Cuál? - le preguntamos casi al unísono.
 -   El banco de Lince.

No le preguntamos nada más porque leyó la incredulidad en nuestros rostros. Se levantó y se fue refunfuñando en voz baja. Caminando de regreso al barrio comentábamos: ¡“loco de mierda, mentiroso”!


¡A la m... era verdad!
Al dia siguiente, siempre en la misma banqueta, estábamos conversando amena y distraídamente, encendiendo nuestros acostumbrados cigarrillos "Country", los rubios más baratos (malísimos por supuesto) con los infaltables fósforos “Llama” cuando se apareció caminando lentamente, con paso cansino y un inmenso sobre de Manila bajo el brazo. Se acercó a nuestra banca, pidió permiso para sentarse, limpió el asiento, se sentó y cruzó las piernas. Sacó unos papeles del sobre: eran unos diarios amarillentos viejísimos, se calzó los lentes de carey  y nos enseñó las noticias de años atrás. Primero las del asalto, las de días después de  su captura y…¡sorpresa! … en efecto era Héctor Moreno Valdeavellano, el primer asaltante de bancos del Perú.

Y ¡plop!, se encendió un flash en mi cerebro. Recordé el famoso incidente: Yo era muy niño  pero recordé el estruendo de los disparos, rarísimos en ese tiempo, que se escucharon en todo Lince. Todo el mundo saliendo de su casa sin saber de donde venían. Y jamás olvido el revuelo de la gente corriendo hacia la Petit Thouars a curiosear. “¡Han asaltado el banco del mercado!”, gritaban. Hacia las 6 de la tarde pasó Don Chema -papá de Nazario, el carpintero-  borracho como siempre, manejando la bici, y haciendo eses y  cantando rancheras.  Nos mostró la edición especial de la 3ª de "La Crónica" con un titular espectacular: “ASALTO ARMADO DE BANCO EN LINCE”. Días después se anunciaba la captura de "El loco Héctor” en compañía de su cómplice, un yugoslavo llamado Joseph Milic.


Un personaje legendario...
A partir de ese momento ya no lo miramos de la misma manera.  Para nosotros tenía ya un aura de personaje especial, ya no era "el loco de mierda". Desde ese momento se convirtió en una especie de de Pirata Hidalgo, de bandido de Hollywood, de Robin Hood peruano. Algún tiempo después desapareció. El parque sin él ya no fue el mismo. Nosotros tampoco, porque nuestra adolescencia se estaba terminando. Luego llegó al barrio el Cholo Porfirio y abrió  el famoso “APOLO 11” en Manuel Castañeda,  pero esa es otra historia. 
 
  YA VIENE:" El día que una señora celosa hizo encender las luces del cine Petit Thouars a media función"

2 comentarios:

  1. No hay nada q hacer mi querido amigo COCA ,tienes una cualidad de contar las cosas tal como sucedieron yo creo q tranquilamente puedes escribir guiones para peliculas, sinceramente me has sorprendido, a mi tambien m hubiese gustado escribir lo que he vivido en nuestro querido barrio de Lince, pero se ve q tu tienes mucha mas capacidad para hacerlo y te felicito hay tantas anedoctas para contar como cuando nos ibamos al Estadio y ocurrio la hecatombe y estanamos junto con el negro Bomba ese dia recuerdas y murieron muchisimas personas pero como nosotros conociamos el Estadio como nuestra casa no nos paso nada bueno mi querido Amigo siga Ud contando todas esas anedoctas q sinceramente m traen muchos recuerdos mas bien q fue de KiKe Espinosa y sus Hnos cuentame de la gente de Lince ya nos hablamos

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  2. Debo decir que Hèctor no era un maleante, ni un matarife , ni un personaje de los bajos fondos...era un muchacho de la clase media alta que por afàn de aventuras ( locuras juveniles ) se involucrò con los gangsters Yugoeslavos...al cabo de unos años saliò de prisiòn un tanto ( ò un mucho ) transtornado...logicamente por que entrò a un mundo que no era el suyo....

    Sòcrates

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