Por: MANUEL ARANÍBAR LUNA
Aquella tarde jugaba el Mariscal Sucre contra el Boys. Valeriano
López, centro delantero del Sport Boys, casi un adolescente, era la sensación del campeonato. Sus goles de
cabeza, aprovechando los centros de su compadre Willy Barbadillo desde la
derecha y el Loco Drago desde la izquierda, lo estaban convirtiendo rápidamente
en figura popular. Pero los marcadores de sus equipos rivales aún no lo habían agasajado. La
tarde del primer partido que iba a jugar Valeriano López contra el Mariscal Sucre, minutos previos al
partido el entrenador del Boys lo llamó a un lado.
- - Escucha muchacho – le dijo el entrenador - , hoy
es tu prueba de fuego. Hoy te vas a enfrentar a dos carniceros. Juega tranquilo
y no les demuestres miedo, porque va a ser peor.
Ya en la cancha y al verlo nervioso, Gallareta, un recio y brusco jugador de la cuadra 15 de Francisco Lazo y el vistoriano Macho Gómez
se pusieron de acuerdo para trabajarlo de labia. Al primer centro que iba a
enviar Barbadillo de tiro libre, el popular Tanque de Casma se estaba
preparando desde fuera del area para entrar corriendo a meterla de cabeza.
Antes de que el árbitro suene el silbato se le acercó “Macho” y empezó su
sermón.
- - Oye zambo, ni te acerques por acá ni donde mi
compadre Gallareta porque te vamos a partir la pierna. Así que tranquilo nomás.
Valeriano volteó a ver a Gallareta que lo miraba con cara de
pocos amigos. El recio marcador linceño se pasó las uñas a través del cuello, gesto
característico que indicaba que lo iba a decapitar.
Valeriano se asustó y no entró al área durante el primer
tiempo.
Pero en el entretiempo el entrenador lo regañó por haber
arrugado ante esa pareja de macheteros y le amenazó que si no ponía ganas lo
iba a despedir del club. Y el Tanque se armó de valor estuvo entrando y ganando
todas las pelotas, pese a que durante todo el partido le llovieron patadas y
codazos por todo lado, hasta que el cero a cero lo rompió a los 44
del segundo tiempo de soberbio cabezazo. El Boys le ganó al Sucre con ese gol.
Al terminar el partido, le fueron a avisar al Tanque que Gallareta
y Macho lo estaban buscando. Valeriano se quiso esconder.
-
No temas, zambo – le dijo Gallareta – te hemos
venido a buscar para felicitarte por tu valentía. Sigue así y llegarás lejos.
Valeriano suspiró aliviado. Poco tiempo después Valeriano
emigró al fútbol colombiano, obteniendo el éxito que le pronosticara Gallareta.
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