viernes, 7 de junio de 2013

CARPIO, EL ZAPATERO DE LA 15 DE LAZO.

POR SÓCRATES ARANÍBAR LUNA
Era zapatero remendón de la vieja guardia, de aquellos que no trabajaban aún con los adelantos mecánicos de las ruidosas renovadoras de años después. Y, al igual que sus colegas de aquellos tiempos, no trabajaba los lunes porque estos eran sus días de compras (y de borracheras). Los lunes se vestía de terno y zapatos azules de gamuza ("blue suede shoes", cantaba Elvis en un viejo rockanroll), y pasaba la voz con un saludo original: “hola viudo". Y nunca supe por qué nos decía ‘viudos’ a los muchachos...
Su casa -taller se ubicaba en un callejón de la cuadra 15 de Francisco Lazo y disputaba una antigua competencia en el principal del citado lugar con Mantari, el otro zapatero del barrio. Los martes para ellos eran de full chamba porque había que restaurar los "cocos" de los peloteros del barrio, mayormente los de "perra brava"; los otros, los de pezuña limpia los reparaba Mantari, un zapatero quisquilloso que no aguantaba el aroma de la "pécora". A la entrada de su casa-taller no faltaba una silla minúscula en la cual sus clientes esperaban mientras hacían tertulia (léase ‘chismes’) .

Entraban cuatro y salían tres...
Un buen día (mejor llamarlo mal día) se quedó dormido con la vela prendida y se le incendió el colchón, quemándole medio cuerpo y dejándolo baldado. Sus hormas, diablo y tachuelas quedaron ociosos para siempre porque ya no pudo volver a ejercer su oficio. Entonces se dedicó la encomiable tarea de proteger animales: gatos, perros, roedores, etc... Hasta la llegada de los pelícanos a la "paradita" del barrio... Muy de mañana salía con el viejo balde a recolectar las tripas de pescado de las carretillas de los pescaderos "Picho” y "Cabeza e’ Gato"; y los pelicanos, cuya ruta hasta ese momento era Callao - 2 de Febrero, encontraron alojamiento en los techos de la 15 de Francisco Lazo por amor a "Carpayo" ante el evidente malestar de los vecinos... Recolectaba el almuerzo en su casa y puntualmente, a las 12 meridiano, decenas de pelícanos se acercaban aleteando por su menú. Carpayo los regañaba "orden... orden ". Después del refrigerio llevaba a los pelícanos heridos a su cuartucho para curarles las heridas. Las malas lenguas decían que a su taller entraban cuatro aves y salían tres, y que después se encaminaba a la tienda de "Chin Chin" a comprar medio kilito de arroz. Y los muchachos murmurábamos: "hoy le toca almorzar arroz con pelícano".


Pelicanito, Pelicanito…

Pero Carpayo guardaba una historia secreta. También fue "cirujano", que practicó varias operaciones (chuzeados) que lo llevaron a vacacionar durante varias temporadas en el "cerro"(el penal de la Isla El Frontón”), de ahí su afinidad con los pelícanos .. No sé cual fue su fin. Su recuerdo se perdió en la memoria de Lince y Lobatón.

Hoy una foto en el Facebook me lo trajo a la memoria...Las perversas leyendas dicen que entre el mar que delimita El Frontòn y las playas del Callao se escucha su voz diciendo : "pelicanito, pelicanito... ven por tu almuercito (y el mio )".

No sabemos más de don José Carpio o "Carpayo", o "Carpavio", como le decía mi compadre Carlos Ramos, por su afición al ron Cartavio. Sus hormas, martillos, diablos, sus tachuelas y sus zapatos azules de gamuza y taquito aperillado, se esfumaron volteando la Subestación en la punta de Castañeda y Manuel Segura, tomando Torres Paz.

De seguro estarán buscando a sus pelícanos o perdiéndose tras su memoria.


PERO ESTA FOTO DEL ZAPATERO CARPIO GUARDA OTROS RECUERDOS DE LINCE QUE RELATAREMOS EN UNA SIGUIENTE NOTA...

2 comentarios:

  1. quisiera saber si ya fue publicado la segunda parte de este post muy interesante

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  2. El ROVIRA es el último exponente de una estirpe de bares chalacos que gozaron su apogeo en los años 40, 50 y 60. Los antiguos habitantes del puerto aún recuerdan al SAMUELITO (en la avenida Buenos Aires, cerca al colegio 2 de Mayo), famoso por el “Sport Boys” (un trago de color rosado fruto de la mezcla de pisco, jarabe de granadina y algo de leche), el “Sol y Sombra” o el “Chilcano de Pisco”. También recuerdan al DEMETRIO (entre Guardia Chalaca y Cuzco), conocido por su “Gin con Gin” o el “Gin con jugo Toronja”, o el pan con Pejerrey Arrebosado o con Jamón del País; tampoco se olvidan que se servía el célebre “chimbombo” (chalaquismo que significa “pan con pescado”) de Bonito frito. Otros competidores del ROVIRA eran el SALÓN BLANCO, la CASA ESPAÑA, el CHALAQUITO o el célebre EL SABROSO, de Luis Rospigliosi, donde llegaban los marinos colombianos con los primeros discos de cumbia o salsa que se oyeron por estas tierras; dicen los nostálgicos chalacos que este lugar fue la cuna de la salsa en el Perú.

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